El ostracismo que muchas veces se otorga al oficio de vendedor, sin grandes reconocimientos por parte de la sociedad, frente a otras tareas quizás de menor beneficio colectivo, o incluso algunas de claro perjuicio para la comunidad, se ve reflejado también en el reconocimiento histórico a la importancia de los pueblos comerciantes. Frente a los pueblos guerreros, los dedicados al comercio siempre han estado en clara desventaja, a pesar de que los primeros han supuesto destrucción frente al desarrollo que siempre han supuesto los segundos.
Se considera que el comercio se inicia con la aparición de los excedentes agrícolas, si bien antes ya se tiene constancia de costumbres como el trueque. La zona de Oriente Medio entre los ríos Tigris y Eufrates fue la primera que destacó por su actividad comercial. El comercio posibilitó que mucha gente se liberase de la agricultura y se especializasen en otros oficios, sobre todo manufacturas, creando nuevos productos e innovaciones técnicas. Aún quedan vestigios del intercambio técnico y cultural que lleva aparejado el comercio en las llamadas rutas comerciales de la seda, de la sal o de las especias. Los fenicios son considerados el pueblo comerciante por antonomasia, y además contribuyó a crear vínculos entre las civilizaciones mediterráneas y las formas artísticas del mundo antiguo. (Artículo completo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario